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ISSN 1989-4163

NUMERO 38 - DICIEMBRE 2012

Pulsiones Contemplativas - Vistiendo el Celuloide

Ricardo López

A mi parecer, uno de los acontecimientos estrella de la temporada londinense –del 20 de octubre de 2012 al 27 de enero de 2013- está siendo sin lugar a dudas la exposición del Victoria & Albert Museum, Hollywood Costume, centrada en el vestuario mítico de las películas de Hollywood. Más de cien vestidos hacen un recorrido por los títulos más célebres del séptimo arte homenajeando así a la importante labor de un sinfín de maestros que contribuyeron de forma muy importante a alimentar el aura dorada que envuelve todo el mundo cinematográfico.

Desde que el cine es cine, y especialmente durante la época dorada de Hollywood, la perfecta maquinaria generadora de mitos en la que se habían convertido los estudios cinematográficos contó con la inestimable labor de diseñadores de vestuario que, en muchos casos desde la sombra, se encargaban de enaltecer las fulgurantes estrellas del nuevo universo cinematográfico. Creadores como Bernard Newman, Gilbert Adrian, Irene Lentz, Edith Head o Travis Banton, entre otros, alimentaron con sus diseños la visión glamurosa de los actores en los estudios. Seguramente siguiendo las premisas marcadas desde el viejo continente, sus diseños no dejan de ser auténticas creaciones que en muchos casos han sido injustamente ignoradas en los compendios sobre historia de la moda. Los productores americanos eran tan conscientes de la importancia de la imagen proyectada por sus estrellas, que Samuel Goldwyn contrató en 1931 por una suma millonaria a la mismísima Gabrielle Chanel para que viajara dos veces al año a Los Ángeles a diseñar para sus principales actrices.

Por otro lado, con el paso de los años, los actores lograron liberarse del férreo control de los estudios, y su propia voluntad se fue imponiendo hasta llegar a escoger ellos mismos a sus propios diseñadores. En 1950, Marlene Dietrich, al ser requerida por Alfred Hitchcock para protagonizar Pánico en la escena (“Stage Fright”) impuso su férrea voluntad en que la casa Dior creara en exclusiva su vestuario con la famosa frase “No Dior, no Dietrich”. Lo cual, por otra parte, complicó todavía más la tensa relación con su compañera de reparto Jane Wyman. Lo cierto es que el cine y la moda han creado más de un tándem indisoluble; otro buen ejemplo lo encontramos en la pareja formada por Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy, a los que unió también una estrecha relación de amistad.

Esta relación entre los creadores de moda y el mundo del cine se extiende hasta nuestros días. En ocasiones fruto de una mutua admiración, como puede ser en el caso de Gaultier-Almodóvar, y en otros como una mera herramienta promocional. Y por otro lado, continúa siendo fundamental el trabajo de increíbles diseñadores de vestuario contemporáneos como Gabriella Pescucci, Ann Roth, Piero Tosi, Eiko Ishioka (recientemente fallecida) o Milena Canonero, entre otros, sin el cual  innumerables películas perderían esa identidad visual que las fija en la memoria del espectador. Ojalá exposiciones como la del V&A Museum contribuyan a ensalzar esta faceta creativa tan significativa como indispensable.

Barbarella

 

 

 

 

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